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Estamos en la recta final de este año 2016… ¿Sientes que simplemente otro año pasó? ¿Sientes que te falta algo y no sabes qué es? ¿Percibes qué en todos lados te incitan a comprar? ¿Compras cosas y aun así no te sientes bien? ¿Tiendes a sentir soledad o nostalgia en estos últimos meses del año? Si te identificas con alguna de estas situaciones, este artículo es para ti.
Vivimos en una época marcada por el consumismo, en donde a través del consumo o la adquisición de bienes materiales se siembra la idea de comprando estos bienes las personas alcanzarán la felicidad; que el estatus, la aceptación o el rechazo de la sociedad depende de los bienes que se tienen; por medio de la publicidad “se crean” cada día nuevas necesidades y la presión que ejercen las masas que poseen determinado producto es cada día mayor para quienes aún no lo han adquirido.
Si Observamos las campañas publicitarias podemos identificar que éstas nos prometen “bienestar, plenitud, convivencia familiar, amistad, la relación amorosa ideal, por citar algunos” cuando en realidad en muchos casos, su objetivo es solo vendernos un producto; sin duda requerimos de ciertos insumos en nuestra vida cotidiana, sin embargo, es importante notar la diferencia entre adquirir algún bien para satisfacer una necesidad real y creer que comprando “algo” seremos felices, tendremos una familia unida, amigos, amor, éxito, etc.
Según Karl W. von Humboldt ,“En el fondo son las relaciones con las personas lo que da sentido a la vida” y la manera de propiciar y consolidar estas relaciones son las experiencias compartidas: la convivencia, la conversación, los juegos, el baile, el canto, las risas, la plática en la sobremesa, las historias contadas al calor de una taza de café, los días de campo, las caminatas disfrutando de la naturaleza, los juegos de mesa entre familia y amigos, los comentarios después de ver una película, la colaboración altruista en algún proyecto que beneficie a la sociedad, armar un rompecabezas en familia, ¡Hay tantas experiencias que podemos compartir! Lo que hace falta es imaginación para crearlas.
Es el interés y la intención real de establecer conexión con el otro, de conocer su universo, de compartir sus sueños, sus tristezas, sus alegrías, sus logros y sus fracasos, frente a frente; es el involucramiento y la colaboración con nuestros semejantes lo que nos nutre de amor, agradecimiento, energía, entusiasmo y vitalidad; lo que nos permite establecer vínculos valiosos con las personas que nos rodean, vínculos que podemos cultivar cada día, aprendiendo y creciendo con las experiencias compartidas.
Existen tantas cosas que nos tratan de vender cada día, que difícilmente alcanzaría el dinero para adquirirlos todos, sin embargo podemos elegir invertir nuestros recursos e imaginación en la creación de experiencias gratificantes y enriquecedoras para vivir y compartir, no compres cosas invierte en experiencias que se convertirán en momentos invaluables para disfrutar con tus seres queridos, recuerdos memorables y sin duda en los mejores regalos que te puedes brindar a ti mismo y a los demás; es ahí donde se encuentran la plenitud, la felicidad y el amor.
Llegamos a este mundo sin ningún bien material y algún día partiremos de la misma manera, lo único que trascenderá es lo que conforme nuestro espíritu, nuestra alma, nuestra consciencia o como lo quieras llamar y el recuerdo de los momentos vividos en la memoria de quienes coincidan con nosotros en esta vida. El mejor regalo que le puedes dar a alguien es tu tiempo y tu atención.
¿Ya pensaste que momentos inolvidables quieres regalarte o regalar a los demás este fin de año?
Con todo cariño, Adriana Gtz. G.
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