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En el último día del año, no me queda más que agradecer por todo lo vivido y sobre todo por todo lo aprendido. Debo confesar que en otros años notaba en mí un dejo de nostalgia, quizá por lo “no logrado”, por lo que “faltó” o por lo que “no fue como yo hubiera querido”.
Hace algunos años, mi maestro y amigo Paulo San Román, me dedicó unas palabras: - “El camino con corazón es misterioso, mágico, a veces difícil pero hermoso” – y desde entonces he caminado mi camino con corazón, les comparto la bitácora de navegación, con los aprendizajes y descubrimientos de este año:
- La única persona con la que comparto todos y cada uno de los segundos de mi vida, soy yo, por lo tanto, requiero cultivar mi relación conmigo misma con amor, con compasión y sobre todo aceptándome tal cual soy, sin querer ser diferente o sentir que me falta o me sobra algo; estrechar esta relación cada día fue posible recordando que me acompaño incondicionalmente y cuento conmigo en cada momento. Poner atención en la manera en que me hablo es fundamental para detectar patrones de auto exigencia o violencia sutil para transformarlos con paciencia y comprensión en un diálogo interior que promueva mi auto aprecio.
- La experiencia de malestar físico me da la oportunidad de valorar mi salud, apreciar profundamente cada día tal cual es, me trae el entendimiento de que la atención a mí misma es una prioridad; mi espíritu, mi mente, mi corazón y mi cuerpo guardan una estrecha relación que requiere constante cuidado y sanación para transcurrir en balance y armonía.
- Reafirmo que la gratitud es una gran vía de sanación, a través del agradecimiento nos sentimos afortunados y nos abre la posibilidad valorar nuestros aciertos, nuestros recursos, el disfrute de lo que nos produce agrado o bienestar, la oportunidad de aprendizaje detrás de cada experiencia desagradable o dolorosa y la importancia de reconocer que todas, absolutamente todas las personas con las que hemos coincidido han contribuido a nuestro desarrollo, aun cuando su paso por nuestra vida, de acuerdo a nuestra percepción, haya sido “positivo o negativo”.
- Para disminuir el malestar físico y fortalecer la aceptación de mí misma, me enfoco en todo lo que funciona eficientemente en mi cuerpo, agradezco todos los días a cada una de mis células, órganos, glándulas y sistemas, todo lo que hacen para que yo pueda realizar mis actividades diarias, me conecto con la maravilla de todo lo que sucede en mi cuerpo tan solo para que yo pueda existir en este mismo segundo, realizar este ejercicio me produce bienestar físico y paz interior.
- El Yoga y el ejercicio forman parte de mi vida diaria, fortalecen mi disciplina, conectan mi mente, mi cuerpo, mi corazón y mi espíritu y me revelan la sensación de estar en mi centro. Ante el terreno desconocido, mantenerme en mi centro me ayuda a notar el miedo, los pensamientos limitantes y me regala la evidencia de pequeños y satisfactorios logros cada día. Me aportan el referente para avanzar hacia mis propósitos en otros contextos, con constancia y perseverancia, paso a paso, con amor y paciencia hacia mi misma.
- Abrir espacios para estar en silencio o para realizar prácticas de meditación, me ayuda a ubicarme en el presente a través de la observación de mis pensamientos, me conecta con mis sensaciones notando alguna tensión en mi cuerpo, contribuye a mi profunda relajación y me ayuda a experimentar lo que para mí es nuestro estado natural: la paz y serenidad, que será nuestro único equipaje al momento de trascender.
- Además de observar nuestros pensamientos, darnos cuenta de su contenido, razonar algunas situaciones, sobre todo las que nos resultan desagradables o dolorosas. Es necesario entregar las expectativas y agregar la aceptación de que lo que sea que haya sucedido en nuestras vidas, aconteció en un cierto nivel de consciencia de las personas involucradas, incluyéndonos a nosotros mismos, para entender que nadie es infalible, que todos cometemos errores, que podemos aprender de ello y más importante aún es revisar cual es la energía que nos vincula a esos acontecimientos o a ciertas personas, para sanarla y desarrollar templanza abrazando nuestro sentir a través del amor y la reconciliación.
- Honrar a mis padres desde el agradecimiento por haberme dado la vida y tener presente que todas las experiencias, conversaciones y expresiones compartidas con ellos forjan mi carácter, enriquecen mi vida y contribuyen cada día a mi transformación, me ayuda a sanar la energía con la que me relaciono con ellos; energía que me aporta confianza, seguridad, fuerza y amor para seguir mi camino creyendo en mi misma.
- La reconexión con mis pensamientos, con mi corazón, con mi cuerpo y con mi energía contribuyen a crear vínculos sanos y en armonía conmigo misma y con los demás; disminuye la demanda de aprobación o atención a las personas con las que me relaciono. La reconciliación con mi historia y mi linaje me reconstituye y me anima a seguir adelante con honra, integridad y plenitud. Hoy elijo alimentar la energía del amor en mí, no me falta nada, no me sobra nada y me siento en paz con lo que Es.
Somos nuestras historias, formamos parte de las historias de nuestros ancestros, de nuestros padres y de las personas con quienes nos vinculamos. Tú eliges en que tono te cuentas esas historias, desde el victimismo y la culpa o desde una perspectiva constructiva y consciente; sanar el vínculo con los demás y contigo mismo, restituye tu energía vital, te aporta identidad y te reconecta con la certeza de que Siendo Quien Eres, eres Maravilloso, encuentras plenitud en lo que tienes y en lo que vives, descubres en cada experiencia, más allá del agrado o el desagrado, la posibilidad de transformación y evolución para vivir con propósito tus más grandes anhelos. ¡Feliz Año Nuevo!
Con todo cariño.
Adriana Gtz. G.
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